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fuente: efe

Del terror a los golpes

El atentado en Niza y el golpe de Estado en Turquía configuran un panorama inquietante en Oriente Medio y en Europa.

Publicado: 2016-07-16

Entre el jueves 14 y el viernes 15 de julio, Europa y Oriente Medio sufrieron un remezón político y social de enormes, acaso incalculables, proporciones. Lo primero, el cruel atentado en Niza, ha sido un golpe sangriento a la sociedad francesa, perpetrado con saña contra ciudadanos desprevenidos, para provocarles daño sin contemplaciones. Más de 80 muertos han caído en nombre, al parecer, de una utopía del terror que hoy sus promotores llaman ‘Califato’.

Lo ocurrido hay que leerlo en varios niveles y entrelíneas. Uno de ellos, precisamente, es que este hecho monstruoso ocurre luego de sucesivos atentados en Irak, en Turquía, en Siria, que provocaron tantos muertos, o incluso más, que los ocasionados en la hermosa ciudad francesa de la Costa Azul. Es menester hacer esa precisión, ampliar la mirada, no sólo por una cuestión de ética global sino para entender que no es sólo ‘Occidente’ la que está bajo una brutal amenaza.

Crueldad sin límites (pero calculada)

Si se confirma que Mohamed Lahouaiej Bouhlel, el chofer asesino de Niza, estaba ligado a los yihadistas, o al menos se inspiró en la prédica de ellos, estaríamos frente a un eslabón más de una cadena macabra, que además se da en el contexto de los dos años de la proclamación del Califato por parte de Abu Bakr al Bagdhadí, el autonombrado ‘Califa’ del EI. No es un dato irrelevante si se quiere, en medio del dolor del momento, entender la racionalidad política de este grupo.

Que el ataque se haya dado en Niza, además, revela un cálculo político, y acaso militar, muy preciso: golpear en otra ciudad, no en París como el 13 de noviembre del 2015, como sabiendo que la mayor atención no iba a estar precisamente allí. Al mismo tiempo, no hacerlo durante la Eurocopa, el torneo de fútbol que ganó Portugal, que transcurrió con riesgos pero sin mayores incidentes, sino en el Día Nacional de Francia, cuando el ánimo festivo se revitalizaba.

Esta ciudad ahora dolida, que ha recibo la solidaridad del mundo que no cree en la política armada, es además un bastión de la ultraderecha francesa de Marine Le Pen. No parece casual que se haya golpeado allí donde, tal vez en las previsiones yihadistas, pueden potenciarse voces que alimenten el odio indiscriminado contra los musulmanes, y que al final pueda configurarse un encuentro peligroso de visiones extremistas que no harán más que hacer más irrespirable todo.

Incluso si fuera alguien que actuó por cuenta propia, inspirado por la eficaz prédica informática del EI, estaríamos ante una situación difícil. Porque entonces estarían creciendo, por varias partes del mundo (Orlando en EEUU, por ejemplo), los casos de individuos que se sienten movidos a atacar en nombre de un Califato que está lejos, en los territorios que controlan en Siria e Irak, pero que influye en miles de mentes ilusionadas con esa utopía totalmente ajena a los derechos humanos.

Francia, finalmente, estaría en el horizonte bélico del EI por varias razones : forma parte de la coalición que lo ataca en sus dominios (junto con EEUU, otras potencias occidentales y algunos países árabes); fue una potencia colonial en el Magreb y Oriente Medio; y es un país que ha hecho del laicismo un emblema. En el imaginario de un extremista, no solo musulmán, que la religiosidad no sea un asunto de Estado es algo que suena condenable, insoportable. Pasible de ser atacado.

Y, de pronto, Turquía

No habían pasado muchas horas desde que la muerte sembrada en Niza nos llamaba a la indignación cuando en Turquía, el puente problemático entre Asia y Europa, esa esquina complicada de Oriente Medio se produce un golpe de Estado. Al momento de pergeñar estos párrafos ya había sido debelado, con ayuda de la propia población, pero el caos continuaba y el precio de la resistencia había sido de unos 265 muertos, según el gobierno, mientras el drama político no cesaba.

¿Se puede establecer un puente entre Niza y Ankara, una reflexión de urgencia para que esta marejada de hechos tenga algún sentido? El EI,  para comenzar, se hizo fuerte en el mundo árabe precisamente por la desoladora guerra civil que hay en Siria, vecina ríspida de Turquía. También por el caos generado en Irak a partir del 2003, cuando George W. Bush decide invadir este país con el objetivo de derrocar a Saddam Hussein, un tirano escandalosamente indefendible.

Al llegar Estados Unidos, en efecto, propicia la caída de su entonces archienemigo (antes fue su aliado, en la guerra Irán-Irak). Solo que a partir del cierre de esa página política áspera se generan condiciones para que reinara la inestabilidad, lo fallido, lo incontrolable. Al Qaeda llega, feliz y perversa, y poco tiempo después una facción de este grupo sunita extremista sale el germen del EI, que paulatinamente se va haciendo fuerte, hasta mutar en el engendro de hoy.

Turquía fue acusada, desde hace algunos años, de no atacar a los yihadistas por una razón estratégica: eran enemigos de los kurdos, un pueblo que vive en los territorios turco, iraquí, sirio e iraní, y que busca no sólo la autonomía, sino la independencia. Que además tiene un movimiento armado, al cual el presidente hoy puesto contra las cuerdas, Recep Tayyip Erdogan, atacaba por razones de Estado, aunque a la vez desoyendo los llamados a una negociación.

Una de las versiones que ha circulado, como probable motivación del golpe, es esa dejadez de Erdogan hacia el crecimiento del EI, que habría tenido como variable semi-oculta el deseo de que, al final, caiga Bachir al Assad, el autócrata de Damasco, con quien tenía malas relaciones. La ecuación, aparentemente, cuadraba: no atacar al EI, que combatía al régimen vecino enemigo, y a los kurdos. Pero el laberinto se complicó cuando los propios yihadistas atacaron a Turquía.

La guerra continúa...

Atentados como el del aeropuerto de Estambul, el 28 de junio pasado, habrían tenido ese origen. Hay entonces una  conexión entre lo que viene ocurriendo hace semanas, o meses, en Oriente Medio y Europa. Cálculos de diversas potencias, regionales o mundiales, no han podido impedir que los grupos extremistas surjan o crezcan, por un cerrado interés o por falta de visión histórica. Como fuere, las consecuencias políticas están allí y las víctimas por decenas también

Incluidos niños, como se ha visto en el tenebroso atentado de Niza. O como ocurre, cada semana, en Siria e Irak. Tanto musulmanes, como cristianos, como agnósticos, como europeos, como turcos o como árabes son víctimas de la guerra no convencional que ha estallado en estas regiones del mundo, unidas por un pasado colonial borrascoso. Un conflicto que lleva su eco mortal hasta Estados Unidos y que hasta podría sentirse en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Uno se pregunta qué hubiera pasado con todos estos países, con el mundo, con nosotros, si Estados Unidos no hubiera invadido Irak, si Turquía no se hubiera preocupado más por atacar a los kurdos que a los yihadistas, si las ultraderechas no hubieran crecido tanto en Europa. Tal vez ahora tendríamos algún remanso en medio de la tormenta, no habría tantos actos de terrorismo in crescendo, o políticos como Donald Trump o Marine Le Pen echando fósforos en el incendio.


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Kaleidospropio

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