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foto: diario campeche

El mismo, aunque se vista de seda

Tras su primer discurso ante el Congreso de Estados Unidos, con un estilo menos incendiario, Donald Trump sigue manteniendo sus díscolas propuestas.

Publicado: 2017-03-07

No han pasado los emblemáticos cien días, desde que el inesperado magnate presidente llegara el poder, un 20 de enero del 2017, pero ya el pasado martes 28 le tocó dar su primer discurso, digamos oficial, de gobierno, ante el Capitolio. Se le vio algo más medido que en la campaña, o incluso que en la investidura, pero en el fondo y en la forma sigue siendo el mismo.

Los inmigrantes, según él, siguen siendo un problema. “Hemos defendido las fronteras de otros países mientras dejábamos las nuestras abiertas para que cruzara cualquiera”, dijo, por ejemplo. Inmediatamente, reiteró su idea-fuerza de campaña: que esto debe detenerse para que las drogas “no entren a un ritmo sin precedentes”. En otras palabras, son los mexicanos los que las traen.

Por supuesto, esta declaración, que no deja de ser xenófoba, fue lanzada en medio de un ritual que consistía en continuas interrupciones de los legisladores republicanos, mientras Mike Pence, el vicepresidente, y Paul Ryan, el líder de la mayoría en el Congreso, lo miraban extasiados. Ese entusiasmo sincronizado revela algo: su Partido ya decidió apoyarlo sin rubor.

Siempre se escuchará una voz disidente, pero tal parece que se ha tejido una estrategia dirigida a legitimar al mandatario, por más delirante que pueda mostrarse. Simultáneamente, él ha bajado un poco el tono, como para hacer más potable su mensaje; y en esta presentación se preocupó, casi in extremis, por armar una suerte de performance social y política persuasiva.´

La viuda de un soldado, como para curarse del mal rollo que tiene con los servicios de inteligencia; una muchacha con discapacidad y que, sin embargo, estudia y avanza; una joven afroamericana que fue puesta como ejemplo de emprendimiento. Todo eso siempre matizado con continuas y persistentes alusiones a “mejorar los sueldos y los empleos de los americanos”.

O con la letanía de “compren americano, contraten americano”. En suma, con el verbo dirigido a convencer de que es posible su utopía de reconstrucción, para que América sea grande otra vez, y allí están estas personas que da fe de que es posible. A la vez tratando de convencer a los oyentes, televidentes o presentes de que lo anterior –Obama, claro- fue un completo desastre.

No hay base para sostener que las políticas del presidente demócrata hundieron al país en la desgracia. Por el contrario, una revisión de las cifras, sugiere que saco a Estados Unidos casi del despeñadero en que lo sumió la crisis financiera. No para llevarlo a las nubes, pero sí para capear el temporal. El nuevo mandatario seguramente los sabe, pero no lo asume ni reconoce.

Porque, en los hechos, como ha declarado el escritor mexicano Jorge Volpi para El País de España, necesita un enemigo, o varios. Y ahí están: Obama, los inmigrantes, la clase política. ISIS es también un enemigo supremo –lo mencionó en el discurso-, de otro calado, enfrentado por sus otros enemigos, aunque claro, sí está allí es precisamente por culpa de ellos.

Lo que se va delineando, entonces, es la insistencia de Trump en su programa inicial, aunque tratando de encarrilarlo por cauces mínimamente institucionales y con apoyo político, y social. Habló del muro en la frontera, para recordar esa parte tan intragable de su menú, y a continuación señaló que “será un arma muy efectiva contra las drogas y el crimen”.

¿Alguien puede decir que no quiere acabar con esos males? Nadie, salvo las mafias, y aun cuando no se explique bien cuál es la ecuación milimétrica que da resultado que la construcción del muro es igual a disminución de la criminalidad, una parte de la población se lo cree. Él lo intuye, y por eso apunta a esa especie de sofisticación política de su populismo barato.

Sin embargo, si se pone la lupa en lo que podría venirse, más bien habría señales de alarma. Días antes anunció que aumentaría el presupuesto militar, ¡en 54 mil millones de dólares! (aludió al tema en el discurso), un expediente financiero que podría complicarle la caja fiscal. Las guerras casi siempre suelen ser un mal negocio, económico y político, y Estados Unidos lo ha vivido.

Algo similar puede decirse de su nuevo embate contra el programa de salud de Obama (el ‘Obamacare’). Fue uno de los blancos de su discurso, dijo que propondría otro camino, inclusive más ventajoso, solo que hasta ahora no se sabe bien cuál es la receta. Si no le sale, tendrá allí un frente social abierto, que contribuirá a llenar las calles con gente repudiándolo.

“No dijo trumpadas”, me comentó un pariente, que vive en el estado de Georgia, que no votó por Trump, y que ahora luce algo seducido por es ese discurso que trató de rescatar –no se sabe bien de qué fondo- el sueño americano. Es que todo eso suena muy bien: mejores sueldos, pensar más en lo nuestro, menos delitos, más trabajo. La revolución que todos esperaban, en suma.

El problema es que no parece apoyarse en un programa aterrizado en la realidad, y además que el conductor de la nave no muestra estar en sus plenos cabales políticos y estratégicos. Ya se peleó, con la prensa grande; ya perdió un consejero de Seguridad por no haber revelado sus conexiones con Rusia; ya se ha cuestionado al nuevo Fiscal General, Jeff Sessions, por lo mismo.

Horas antes del discurso, no obstante, circuló una versión, bastante confiable, sobre la posibilidad de que Trump legalice a los inmigrantes, sin darles ciudadanía. A la hora de la verdad verbal eso no llegó, no lo dijo, y siguió con sus propuestas de siempre. Cabe preguntarse, a pesar de todo, si esa no es una señal de que se asoma a otras opciones, pero al final no las toma.

Tal vez porque, como ya se ha dicho varias veces, es un hombre impredecible y egocéntrico. Alguien que no se siente obligado a dar cuentas de lo que hace, por más que sea presidente; un ciudadano acostumbrado a que le den ventajas. Puede funcionar para un multimillonario histriónico; pero habrá que ver si es lo mejor para el presidente de la primera potencia mundial.


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Kaleidospropio

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