Cuidado con la red
Las revelaciones sobre lo que hacía la empresa Cambridge Analytica remecen el mundo político y social, y están a punto de crucificar a Facebook.
Uno se pone frente a la pantalla y da un ‘like’, o clickea –despreocupado- sobre los íconos de asombro, de pena, de furia. Un rato después se avienta sobre un test que te dice qué edad tienes, a qué personaje histórico te pareces o de qué país supuestamente eres. Mientras navegas en estas deliciosas aguas, te llegan notificaciones, invitaciones para juegos, propaganda y, por añadidura, misteriosas noticias que no conocías.
Es el tiempo inevitable de las redes sociales, la época en la cual –en nombre de la libertad, dicen- todos, o casi todos (no olvidemos la aún enorme brecha digital) estamos conectados. Tal vez superconectados y, para conseguirlo, hemos entregado una ruma de datos, profesionales y personales, a compañías que nos dan el pase a esa tentadora experiencia digital, uno de cuyos mayores íconos es el irresistible Facebook.
Desde hace unos días, sin embargo, el escándalo desatado por la actividad, nebulosa, de la compañía británica Cambridge Analytica (CA) ha hecho que se desaten alertas mundiales sobre la popular plataforma creada por el ya casi mítico Mark Zuckerberg. Nada del otro jueves según quienes lo hicieron: únicamente lanzaron, por intermedio de esta red social, un test sobre tu vida digital y este fue respondido por unos 270 mil usuarios.
Algo quizás tan inocente como que te pregunten en qué época de la historia hubieras querido vivir. Solo que recientes reportajes explosivos, entre ellos uno de The Guardian. Ocurre que ese test sirvió para que, vía esos más de 200 mil feisbukeros, se accediera a los datos de nada menos que 50 millones en total. Una cantidad suficiente para voltear una elección, o al menos para hacer que se defina por algunos puntos.
Christopher Whyle, un joven ex funcionario de Cambridge Analytica, ha sido quien ha revelado, cual nuevo Edward Snowden, cuáles eran los mecanismos que, a partir de esa gigantesca base de datos, se operaba para conseguir fines bastante más trascendentes que venderte un nuevo Smartphone. Se trataba de saber tus gustos, tus inclinaciones, tus opiniones, tus tendencias políticas y, con esa info tan valiosa, venderte también ideas.
O formas de ver el mundo que, en último análisis, te pueden hacer votar por tal o cual candidato, o por propuestas tan cruciales como apostar por quedarte o salir de la Unión Europea. “Los datos son nuestra nueva electricidad”, ha dicho Whyle en una entrevista colectiva para medios europeos, y además ha descrito, de una manera descarnada cómo, por ejemplo, si eres un ‘conspiranoico’ te envían mensajes que alienten esa manía.
Según él, todo el aparato montado por CA fue decisivo para que la opción ‘Sí’ a favor del Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea) ganara. También fue usado para apoyar el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, en base a la creación de 'fake news' que terminaban alentando los temores sobre los demócratas. Por declaraciones de otro funcionario de CA también actuaron en Malasia y México.
“Y se estarían moviendo en Brasil, China y Australia”. En Argentina, una comisión parlamentaria ha citado a representantes de CA, Twitter y Facebook porque, presuntamente, habrían protagonizado ataques virtuales a periodistas y habrían incidido en la victoria de Mauricio Macri en el 2015. Tal parece que, tras su masivo éxito planetario, Facebook se ve envuelta en un laberinto que no se va disolver con un post.
Tras las revelaciones, la exitosa compañía que sostiene la red social perdió millones de dólares. Pero acaso lo más importante es algo que quizás sea muy difícil de recuperar: la confianza. Zuckerberg -luego de unos días seguramente angustiosos para él- salió a declarar, pidió disculpas y anunció más regulaciones. Pero la atmósfera global se ha enrarecido en torno y es probable que afecte a millones de usuarios de todas partes.
La desazón aumenta cuando se observa que quienes más han apelado más a las sórdidas estrategias de CA (que, según una grabación oculta a uno de sus funcionarios, también incluyen el envío de prostitutas a quien se quiere desacreditar) no son, como era obvio, unos grandes demócratas: Trump, los promotores del Brexit, antes otros candidatos republicanos, como Ted Cruz. Es decir, ultraderechistas militantes de nuevo cuño.
No es casual que Robert Mercer, accionista de CA, sea un hombre cercano a Trump, uno de sus consejeros, y quien le aconsejó meter en su entorno a Steve Bannon, un activista informático ultraderechista que apoyó la campaña del republicano vía el portal Breibart News. Como sugiere el escritor español Antonio Muñoz Molina se trata de una estrategia para derribar cualquier orden político que se oponga al poder del dinero.
¿Lo han conseguido? Parcialmente sí, aunque ahora los ojos apuntan hacia los promotores de este operativo bien diseñado y hacia Facebook, que no se sabe si por conveniencia o por descuido, dejó que los cables de este proyecto planetario (porque eso sería, al fin) se filtren por su plataforma que se mostraba tan amigable. La pérdida de la inocencia de esta red ha llegado, si es que alguna vez alguien creyó que era inocua.
Ciertamente, este culebrón informático alimentará nuevas teorías de la conspiración, exageraciones, deserciones (de la red), investigaciones. Con todo, no resulta aventurado afirmar que hay ciertos ojos que nos pueden estar mirando, cuando prendemos una pantalla. Poner festivamente datos, fotos, opiniones en el supuesto territorio libre de las redes sociales tiene un riesgo. Porque no sabemos bien a dónde conduce este laberinto...