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un grupo de neonazis europeos en furiosa  marchafuente: la información.com

2018: un año de furia, desprecio y resistencia

Los doce meses pasados fueron turbulentos, muy marcados por el ascenso de las ultraderechas que rechazan la migración. Muy despreocupados por el avance de los fenómenos climáticos. Muy esperanzados por la resistencia de las mujeres.

Publicado: 2018-12-29

Si hay algo que puede decirse del 2018, es que esos señores hoscos, deslenguados, xenófobos, vitriólicos, que antes permanecían en los márgenes del sistema, o de la sociedad, como curiosidades del siglo XIX o XX vigentes, hoy tienen más poder. Incluso han sido elegidos por un abrumador voto popular, en países como Brasil, o se mantienen con rating político, como ocurre a pesar de las tormentas en Estados Unidos.  

Parientes suyos, menos estridentes pero miembros de la misma tribu, han sido ungidos  por el voto en algunas regiones de España, como Andalucía, o de la propia Alemania (qué forma de removernos fantasmas en pleno siglo XXI). Son personajes de calado extraño, populachero, que alientan fantasmas, que llaman a salirse de la globalización y que, en algunos casos, como el de Filipinas, llaman literalmente a acabar con el otro.

Jair Bolsonaro, Donald Trump o Rodrigo Duterte (el gobernante que en Manila hace gala de su crueldad) no parecen ya, por eso, excepciones, sino íconos de una tendencia que parece irse haciendo fuerte en nuestro jodido planeta y como expresión de nuestra desconcertante especie. En el 2018, esa ‘nueva ola’ se muestra más fuerte, desafiante, ante mis ojos alarmante. Es como si avanzara implacable junto con el retroceso de la Historia.

Es cierto que Trump ha perdido algo de fuelle, luego de que los Demócratas le arrebataran la mayoría en la Cámara de Representantes, en las elecciones de noviembre pasado. Pero se mueve, está allí, genera expectativas, saluda feliz a Bolsonaro, no firma el Pacto Migratorio, como si quisiera marcar un muro simbólico, ya que no puede marcarlo aún sobre la frontera. No es un personaje en declive, sino el estandarte del nuevo tiempo.

Uno tiende a preguntarse por qué esto se afianzó en los últimos doce meses (y se sigue perfilando como intenso para el 2019). De momento, probablemente sólo se puede atisbar una constante: la propia mundialización, en su versión más desprevenida, parece haber generado estos esperpentos. La aldea global in crescendo, con su carga de desigualdad imparable, ha alimentado fobias, híper-nacionalismos, desprecios en grado superlativo.

uno de los tantos naufragios que siguen ocurriendo en el mediterráneo

“Los inmigrantes se consideran como una carga, antes que como una amenaza”, ha escrito Buyng-Chul han, uno de los autores de moda (salvadora creo yo, en la medida que está rascando donde pica), en su libro ‘La sociedad del cansancio’. Cargar con los otros –ya sean venezolanos, sirios, afganos o sudaneses- parece una maldición y, para impulsar esos arrebatos vestidos de ideas, han llegado estos líderes desatados, furiosos.

En América Latina, ya tuvieron su cumbre el último 8 de diciembre en Foz de Iguazú, Brasil, a la que asistieron el hijo de Bolsonaro, Álvaro Uribe, José Kast, el cruzado de la ultraderecha chilena y hasta un rancio ‘príncipe brasileño’ llamado Luiz Philippe de Orleans e Bragança. En Europa, se reúnen con frecuencia sus comandos provenientes de los Países Bajos, de Francia, del Reino Unido. La Unión Europea ya los siente con fuerza, en el Parlamento y en los referéndums.

Otra explicación manida sobre este fenómeno, tan característico de este fin de la primera década del siglo XXI, es que la ‘izquierda’ tiene toda la culpa del chupo. El Foro de Sao Paulo, epicentro de todos los males según esta versión tan proclamada, ha amantado a estos monstruos, de modo que ahora no se quejen. Claro, si uno mira el espanto que se vive en Venezuela, o la crueldad desatada por la tiranía nicaragüense, coincidirá.

nicaragua sufrió pero no se rindió este año. fuente:  afp. rodrigo arangua

Las versiones más aguachentas de la izquierda latinoamericana, o el errático‘Socialismo del Siglo XXI’ han alimentado en efecto fobias que, como en el caso brasileño, han llevado al poder a un militante, ahora estratégicamente moderado, de la homofobia la misoginia, el racismo y todos esos males tan impropios del ‘hombre nuevo’. Negar la incidencia de ese factor sería tan irreal como decir que Trump es lo mismo que Obama.

Pero una cosa es que eso haya influido, fuertemente, y otra que eso te explique el mundo, los próximos años, el día a día de la gente. Un asunto es que se acepte la cruda y escandalosa corrupción de una parte de la izquierda y otro muy distinto que, en el expediente del rechazo viral, se empaqueten expedientes como el miedo a la ‘ideología de género’ (el gran enigma de esta década es qué diablos significa eso) o la rotunda xenofobia.

trump seguirá en acción en el 2019. fuente: afp

Ha sido un año de visiones cerradas, de mentes estrechas. De decisiones tomadas a partir de esa peligrosa delgadez del juicio. Ahora puedes escuchar desde Washington que el cambio climático es cuento chino, y desde el martes 1ro. de enero quizás se oiga en Brasilia que las tierras indígenas son prescindibles. Mientras, en Europa el grito de los náufragos del Mediterráneo se puede ir volviendo cada vez más inaudible.

Ya no escuchamos los lamentos, ni los pedidos de auxilio, de los migrantes o de las víctimas de todo tipo. Al menos no como antes. El silencio sobre el caso de Jamal Khashoggi, el periodista saudí asesinado en el consulado de su propio país en Estambul, demoró en romperse; el gemido de las víctimas palestinas o judías en Oriente Medio ya no importa tanto. Ese proceso de paz luce ahora, tristemente, tan olvidado como la guerra del Yemen en los medios.

¿Hay quienes sí mantienen la voz en alto? Sí. Las mujeres. Ellas se plantaron un par de años atrás frente a Trump, con sus pussy hats en la cabeza; ellas le pusieron calle al candidato Bolsonaro y, aunque no tuvieron éxito, lo probable es que no bajen la bandera. Y es curioso: justo cuando salen del silencio, justo cuando se empoderan con justicia y coraje, brotan desde el subsuelo las peores especies de violencia hacia ellas.

¿este es el presidente que se viene en brasil? fuente: reuters

No parece casual lo que piensan algunos, o la mayoría, de los líderes de la ultraderecha, de las mujeres. O de los homosexuales. Quieren que se queden en su sitio, que no salgan de la cocina o del clóset. Quieren que, no solo América, sino "el mundo sea grande otra vez”, aunque no sé sabe para quién. Aspiran a que el feminismo se disuelva en este momento de la Historia, cuando a pesar de todas sus contradicciones gana fuerza.

En las propias tragedias propiciadas por la izquierda oficial de la región, son las mujeres las que no retroceden. ¿Se da cuenta el presidente Daniel Ortega de que las ‘Madres de Abril’, esas que perdieron a sus hijos durante las protestas en Managua, serán quienes harán que no sea absuelto ante el tribunal de la historia contemporánea? ¿Se da cuenta Nicolás Maduro de todo lo que sufre una madre venezolana refugiada?

las mujeres dan la batalla en todo el mundo. fuente: caracol.com.co

Mientras todo esto ocurre, en planeta se sigue calentando y la Cumbre del Clima realizada en Katowice en Polonia, que congregó a 300 mil personas de 200 países en diciembre pasado, no ha tenido los resultados esperados. Ha sido nebulosa. No parece que vaya a evitar en el futuro el hundimiento del paradisíaco estado insular de Kiribati. Ni a salvar a la Amazonía de su asfixia, máxime si ahora viene en Brasil un gobierno de buey, bala y biblia.

Así, el 2019 no luce prometedor, aun cuando de todas maneras quisiéramos que se vea próspero. En los próximos meses constataremos si Bolsonaro es el capitán furioso de siempre, o si Andrés Manuel López Obrador pone en marcha lo que él cree que será una nueva Revolución Mexicana. Evo Morales insistirá en su re-re-reelección en Bolivia, contra toda crítica y toda tormenta, como si fuera el único ser providencial.

Y en Argentina el Peronismo procurará, en octubre, voltearle las urnas a un Mauricio Macri que luce flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones. ¿Seguiremos escuchando, finalmente, las peroratas destempladas de Trump, o discursos aún peores a lo largo del planeta? ¿Tendremos ojos y corazón para los migrantes, para las mujeres maltratadas, para los africanos ninguneados, para los indígenas aislados, contagiados y olvidados?

el clima, la gente y el ambiente no pueden esperar. fuente: oim/amanda nero

Solo nosotros lo sabemos, no Nostradamus. Hay algo que tendría que pasar, en medio de la conmoción de nuestra alma social, y personal, para que comprendamos que el juicio fácil, el odio militante, el basureo global terminará por arruinarnos la vida a todos. Como dice Amnistía Internacional, “no hay situación sin esperanza”, a lo que yo añadiría que ojalá no haya mal que logre pulverizar totalmente a nuestra especie.


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Kaleidospropio

Sobre el mundo, la vida y nuestra especie