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FUENTE: FILONEEWS.ORG

Cinco razones, políticas y sociales, por las cuales Venezuela sigue como está...

El entrampamiento político del atormentado país se debe a una serie de factores cruzados, que impiden alumbrar un camino de salida. Pero no es imposible

Publicado: 2019-05-06

A lo largo de los últimos 18 años, la oposición venezolana lo ha intentado casi todo: un golpe de Estado clásico (mayo del 2002), una huelga petrolera (diciembre del 2002 a febrero del 2003), numerosas manifestaciones (entre ellas ‘La Salida’, en enero del 2014), un intento de introducir ayuda humanitaria (11 de febrero pasado), un levantamiento cívico-militar (30 de abril). ¿Qué le ha fallado?

Más allá de la desolación o el asombro que estos naufragios continuos pueden generar, hay algo que no parece funcionar, desde hace casi dos décadas, en el intento de tumbar al chavismo, hoy metamorfoseado en el ‘madurismo’…

1. Militares poderosos. Tanto el martes 30 de abril, como el sábado 4 de mayo, el propósito abierto de la oposición venezolana fue convocar la rebeldía de los militares contra el gobierno de Maduro. Sobre el papel, suena lógico, incluso heroico. Pero ocurre que, desde que Chávez llegó al gobierno en 1999, ellos forman parte de la estructura del poder. Participan en empresas públicas numerosas, incluyendo el Metro de Caracas y un canal de televisión; ejercen como ministros, o influyen en varios ministerios. No son los más marginales de la golpeada sociedad venezolana, sobre todo al nivel de los altos mandos. Es cierto que también sienten el flagelo de la atroz situación económica, aunque pasarse al bando de la oposición, para ellos y sus familias, es una decisión muy complicada. ¿Qué pasa si la rebelión no resulta y el régimen nuevamente se impone? Lo más probable es que vayan a prisión y arruinen su vida profesional. De allí que, sobre cerca de 230 mil efectivos, al presente sólo se han insubordinado cerca de 300. Algunos lo hicieron durante el operativo  que quiso hace entrar ayuda humanitaria por Colombia y luego pasaron días difíciles en el vecino país. Otros, tras el conato de levantamiento cívico-militar del 30 de abril (25 pidieron asilo en la embajada de Brasil). En donde sí parece haber una fisura importante es el crucial Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), que es el que liberó a Leopoldo López. Aún así, el oficialismo militar ha ganado prácticamente todas las batallas.

2. El chavismo social aún respira. No obstante todos los descalabros ocurridos en los últimos años, la inflación delirante y el escándalo internacional, el gobierno de Maduro todavía tiene cierto apoyo social. Muchísimo menor que en los tiempos de Hugo Chávez, los grandes programas sociales y el petróleo con precios disparados, pero está allí. Para no pocos ciudadanos venezolanos antes ninguneados, el recuerdo del ‘Comandante’ persiste. Fue el hombre que los reivindicó, casi personalmente, y aunque la copia presente –Maduro- sea malísima, guardan una mínima esperanza de no perder lo que ganaron, a pesar de que esas conquistas hoy estén harto destruidas por la pésima gestión económica. Pero el tener médicos en el barrio, o almacenes, son cosas a las cuales esos relictos de la fuerza social del chavismo no renunciarán. La oposición les es socialmente extraña a algunos de ellos y no es seguro que, si hay elecciones generales, gane el candidato anti-chavista. Probablemente gane el candidato que, además de tener planes para resolver la feroz crisis económica, mantenga los logros sociales del chavismo. Ya hay mucha gente antes leal a Chávez que ha salido a protestar, pero como dice el investigador Alejandro Velasco lo hacen más "ante el gobierno, que contra el gobierno". No ha ocurrido aún lo que  ocurrió en el Egipto del 2011, cuando una marea humana hizo insostenible al gobierno.

3. El aparato de poder. En una ocasión, Maduro advirtió –tontamente y sin calcular sus palabras- que quienes no lo apoyaran no tendrían viviendas. Ese riesgo es real, así como el de perder el trabajo si no vas a una manifestación. Entre el recuerdo, ya algo opaco, de Chávez y las amenazas no tan veladas, es posible mantener una masa medianamente leal El chavismo, desde sus inicios, se organizó para tener capacidad de movilización social. La ha perdido en gran parte, pero el aparato de poder del gobierno sigue funcionando. Tendría básicamente tres sectores: el liderado por el mandatario y su esposa, Cilia Flores; el que encabeza Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, el segundo del régimen, áspero y lenguaraz; y el conducido por el general Vladimir Padrino, ministro de Defensa, que es el puntal militar en ejercicio. Es sintomático que durante el levantamiento del 30 de abril, quienes salieron a dar la cara primero fueron Cabello y Padrino, lo que sugiere la importancia de mantener calmos a los cuarteles. Incluso hay versiones de que Padrino consideró la salida de Maduro. Pero él mismo debe estar haciendo el mismo cálculo con sus compañeros de armas: ¿y luego qué pasa conmigo? Así, ayudado por la represión que se ejerce sobre los ciudadanos, y a pesar de su difícil cohesión, el madurismo no termina de quebrarse. Por si fuera poco, mantiene capturados los poderes públicos.

4. La oposición resbalosa. ¿Se han fijado como Henrique Capriles ha salido de escena? Se atribuye su ausencia a un asunto familiar, pero el líder opositor que tuvo mejor performance electoral frente al chavismo ya  no pesa mucho. Quienes tienen la conducción son Juan Guaidó y el hoy liberado Leopoldo López, del partido Voluntad Popular. Tampoco figura mucho en escena Henry Ramos Allup, presidente de Acción Democrática (AD), un partido histórico. Todo indica que se ha apostado por Guaidó por ser un político joven, vigoroso, que no lleva encima el estigma de ser un “político tradicional” de los de antes. Aún así, la oposición tendría cerca de seis grupos que entran en pugna. Ya fuera del arresto, se ve a López tomando otra vez el comando de las acciones de resistencia. De otro lado, están personajes como María Corina Machado de ‘Vente Venezuela’, alguien de posición dura, sin concesiones con el gobierno, proclive incluso a un golpe o una intervención militar desde afuera.  Ramos Allup, por su parte, es miembro de un partido que tiene las mañas del APRA (AD es su partido hermano), de modo que no sería raro que se muestre dispuesto a alguna componenda que salve el pellejo de su partido. De hecho, fue uno de los que sí estuvo de acuerdo con participar en las turbulentas elecciones del 2017, que ganó Maduro. El bloque opositor, en suma, no es precisamente monolítico y eso genera problemas y los generará.

5. No está en la total orfandad global. Con frecuencia, se insiste en que el gobierno de Maduro está “completamente aislado”. Simplemente, no es cierto. A Juan Guaidó lo respaldan, como presidente interino, unos 50 países. Entre ellos varias potencias mayores o intermedias, como Estados Unidos, Alemania, Canadá y España, además de varios países latinoamericanos como Perú, Argentina, Chile y Brasil. Pero Maduro sigue contando con el apoyo de Rusia y China, dos grandes jugadores del tablero mundial, con presencia incluso en el Consejo de Seguridad de la ONU. También con algunos países de la región, como Bolivia, Nicaragua y especialmente Cuba, además de algunas pequeñas naciones caribeñas beneficiadas por el petróleo venezolano. Mientras eso se mantenga, el impresentable gobierno venezolano tendrá oxígeno. Imposible que, vía la ONU, se autorice una intervención militar. Tendría que ser pasando por encima del Derecho Internacional, como hizo Bush en Irak en el 2003. Tampoco parece muy posible, más allá de las bravuconadas de Trump, una intervención militar desde afuera. No parece haber acuerdo, en los entresijos del poder norteamericano, sobre si mandar aviones o tanques y, menos aún, sobre enfrentarse a Rusia en el terreno, como si la Guerra Fría se reciclara. Sería una completa locura. Por eso, el propio Elliott Abrams, un duro -durísimo- de la gran potencia ha sugerido una posible negociación. Lo mismo han deslizado Guaidó, Jorge Arreaza (el canciller de Maduro) y hasta el Grupo de Lima ha llamado a Cuba para involucrarse en una solución. Y también con el Grupo de Contacto Internacional, integrado por varios países europeos y algunos latinoamericanos.

Parece posible, por todo esto, que a mediano plazo se entre en una negociación, complicadísima y no aceptada por todas las partes. El hueso duro de roer, en el escenario, no es sólo Maduro. Son los militares, que la aceptarán si ven que no implica que salten al vacío, y los hombres fuertes del régimen involucrados en corrupción, o en violaciones a los derechos humanos. Nadie entra a negociar para no sacar algo. Y ese algo, tristemente, puede ser la impunidad de varios crímenes o fechorías, algo de todas maneras preferible a un baño de sangre.


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

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