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alberto fernández y cristina fernández el día de cambio de mando/fuente: eL  DIARIO. ES

Los Fernández en escena

Los peronistas vuelven al poder luego de cuatro años, con apellido clonado y programa reciclado. Con un esquema de poder que cuenta con apoyos suficientes

Publicado: 2019-12-11

Finalmente, llegó el 10 de diciembre, el día de júbilo reciclado para los peronistas, el momento en el cual la historia argentina se revuelve y el variopinto movimiento, creado por el general Juan Domingo Perón hacia la década de 1940, retorna al poder. Como tantas veces, revuelto pero vital, enredado pero juntando en un haz de poder casi todas sus piezas. Capaz de gobernar a pesar de sus sombras.

No se puede entender la historia política argentina sin el justicialismo (la corriente fundada por el general) y sus variantes diversas. Y no se puede gobernar este país pensando que va a desaparecer, o empequeñecer, algo que ciertos momentos imaginó Mauricio Macri, el ahora ex presidente que se va dejando un paquete económico desastroso. Que Alberto Fernández, el nuevo mandatario, ya recibió.

¿Tiene sentido decir ahora que Macri no tuvo la culpa, que eso le dejó Cristina Fernández, que la saga de los Kirchner fue la verdadera responsable del quilombo económico? Esa explicación suena simplista y hasta sugiere que Macri sólo pecó de ingenuo, al prometer lo incumplible (por ejemplo, que la inflación era "muy fácil de bajar"). A mis ojos, lo que ocurrió es que no descifró a la sociedad en que vive.

Quienes conocen Argentina, y han buceado un poco en sus entrañas políticas, sabrán que el peronismo y el anti-peronismo son dos fuerzas que están en constante tensión y que parecen tener vida eterna. Su olor se respira en las casas, en los sindicatos, en el Congreso, en las empresas y fundamentalmente en la calle. Una depende de la otra, pero por lo general es el justicialismo el que gana.

Entre el default y los tribunales

Macri está dejando al país de Maradona casi fuera de juego: más de 40% de la población en pobreza, una inflación que llega a dígitos similares, más de 10% de desempleo, un hambre galopante, un PBI decreciente. Y especialmente una sensación de desesperanza que, al final, parece haber alentado el voto por la fórmula Fernández-Fernández, aun cuando tenía sus propios pasivos.

La corrupción atribuible a Cristina Fernández, que le ha granjeado numerosos juicios, no parece un invento sólo de sus opositores más feroces. Tiene base real, aunque haya sido agitada con fines políticos y en algún caso exagerada. Como en Brasil, la clase política argentina no es el paradigma de la corrección, al punto que es posible que el propio Macri también tenga que ir pronto a los tribunales.

Pero Fernández, en su discurso de investidura, dio una señal de que quiere paz en el dial judicial. El único momento en que fue sumamente enfático y se salió del discurso formal fue cuando insistió en que la política “nunca más sea utilizada para zanjar discusiones políticas" (“y nunca más es nunca más”, insistió) se mezcle con la justicia. El primer personaje que vino a la memoria fue Cristina. Pero por qué no pensar también en Macri y lo que se le viene.

Encontrar el punto medio, justo, entre manipular la justicia y dejar todo en la impunidad es difícil. Sólo que si un presidente entrante lo dice es porque sugiere una tregua judicial. Quizás no hay que extrañarse mucho por ese gesto: Fernández ha estado en estos días conciliador. Y al salir de una misa, el sábado 8/12, hasta se abrazó con Macri, una escena que parecía tener el sello del Papa Francisco. 

EL ABRAZO DE LA PAZ...FUENTE: PRENSA ALBERTO FERNÁNDEZ

Política, economía y algo más

Con todo, no parece tan probable que todo sea dulce y llevadero en el período presidencial que se inicia. Cristina manejará el Senado, con mayoría oficialista (donde se nombran jueces en algún momento), y en la Cámara de Diputados el Frente de Todos (la marca electoral peronista de hoy) no alcanza los votos para lo mismo, por poquito, pero ya está en camino de conseguir aliados para lograrlo.

Allí estará, además, Máximo Kirchner, el vástago de la ex familia presidencial, con lo que se avizoran posibles turbulencias cuando comience el partido de verdad. Fernández ha dicho que “no quiere ser el presidente del desencuentro”, solo que eso no depende únicamente de él, sino de quienes lo rodean y quienes están en la otra orilla. Las medidas económicas que va a tomar pueden generar tormentas.

No se viene nada similar al chavismo, como señalan algunos despistados. Sí algunos cambios. Entre ellos: renegociar la abultada deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que se suspendan los pagos por dos años, dar préstamos no bancarios a los más pobres, promover el empleo, becas para capacitar a los jóvenes trabajadores, darle empuje a la industria nacional

Un menú keynesiano, si se quiere, pero que no pretende pelearse con medio mundo para echarse a andar. Es más: probablemente Macri, si por milagro ganaba, hubiera tenido que hacer algo parecido, porque la crisis es de tal magnitud que el default, como sugirió el presidente entrante, está a la vuelta de la esquina. No había muchas alternativas, máxime si algo tan concreto como el hambre gravita. Pero no sabemos si está receta funcionará o alimentará más la debacle.

No resulta casual, por eso, que Fernández haya puesto el Plan Argentina contra el Hambre, como una de sus banderas principales, incluso citando al final de su discurso al ex presidente Raúl Alfonsín cuando una vez dijo que “con la democracia se come, se cura, se educa”. Eso le granjeará bastante apoyo, en la medida que los estómagos no esperan ni creen con los programas de ajuste. 

EL HAMBRE NO ESPERA. CUATRO DE CADA DIEZ NIÑOS ARGENTINOS SON POBRES. FUENTE: GETTY IMAGES

De cara al barrio latinoamericano

¿Y qué nos toca a los vecinos latinoamericanos del nuevo menú presidencial peronista? Fernández trae ramas de olivo, incluso para Brasil, que tiene un presidente sumamente áspero con él, pero que terminó mandando a Hamilton Mourao, su vicepresidente, a la toma de mando. Piensa seguir jugando en pared con el gigante sudamericano y también seguir apostando por el MERCOSUR, contra toda circunstancia.

De otro, lado, no es esperable una dureza contra Venezuela, por citar el tema más rugoso; lo que podría pasar es que Argentina se alinee con México en la búsqueda de una solución intermedia, que se sume al Grupo de Contacto, donde estaba el saliente presidente uruguayo Tabaré Vázquez. Si se mantiene en el Grupo de Lima, no es previsible que sea uno de sus puntales, como si pretendía serlo Macri.

Fernández es partidario de la integración latinoamericana, un asunto que nunca entusiasmó mucho a Macri. Podría, por citar un ámbito, reforzar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). La presencia, feliz, del presidente cubano Miguel Díaz-Canel en la ceremonia sugería ciertos giros.También el hecho de que Felipe Solá, el nuevo canciller, sea político y no diplomático.

El otro gesto que se vendría es el posible asilo a Evo Morales en Argentina, algo que sí agitaría el tablero regional, pero que se entendería bajo la lógica de un presidente que, como dijo el economista argentino Enmanuel Álvarez Agis, está "a la derecha de Cristina y a la izquierda de Macri". Un mandatario que tal vez no apueste por defender destempladamente a Nicolás Maduro, pero que sí se animará a arropar al aún influyente ex presidente boliviano.

Y, por supuesto, a Luiz Inácio Lula Da Silva, el ex mandatario brasileño hoy en pie de lucha contra Bolsonaro. A la luz de todo esto, ¿Alberto Fernández muerde, es un ‘comunista’ devorador de niños o algo así? El colega Pablo Stefanoni ha llamado a ese liderazgo un "kirchnerismo hervíboro”, distinto al más belicoso de Cristina Fernández. De momento, se muestra cautelosamente manso. Pero no sabemos si el proceso político argentino lo obligará a mostrar los dientes políticos.


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Kaleidospropio

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