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FUENTE: jne

Un debate sin ambiente

La pobre discusión sobre la crisis ambiental del país llama a la alarma. Podrían venirse cinco años de una gestión desastrosa en este ámbito

Publicado: 2021-05-24

La performance de los representantes de Fuerza Popular y Perú Libre en el tema ambiental, durante el debate organizado por el JNE, fue penosa y decepcionante, pero quizás no sea tan sorprendente: salvo excepciones, ¿acaso este asunto fundamental fue uno los ingredientes principales de la campaña?; ¿los propios ciudadanos no nos pasamos la vida hablando más de crecimiento, antes que de desarrollo sostenible? ¿Realmente nos interesa la crisis climática global?

No dudo que a muchos sí. Pero eso que hemos visto anoche, ante las cámaras de televisión y una audiencia más o menos respetable, es la evidencia de que las urgencias ambientales no calan suficientemente, no desatan pasiones, no son activos políticos. Casi se les pone porque en fin, y cuando ocurre no es algo que vertebre una propuesta; más bien se convierte en un agregado, en un justificante de que tal o cual candidato está a tono con los tiempos y es  ‘ecologista’.

Cuando se mira con lupa lo que dijeron anoche Hernando Guerra García (FP) y Celeste Rosas (PL), se comprueba que no hubo sustancia, que el debate sobre este tema indispensable se había biodegradado. El primero puso el énfasis en los emprendimientos, en los econegocios, una ruta sin duda importante para cambiar al menos en algo la lógica depredadora de la especie humana. Pero insuficiente si se tiene en cuenta que, al final, el tipo de economía vigente impacta el entorno.

Celeste Rosas, por su parte, tuvo un discurso magro, lamentable, sin propuestas. Apenas alcanzó a mencionar el rescate de saberes ancestrales, sin precisar para qué sirven, cómo se aprovecharían, para qué política pública. La decepción, por todo esto, ha cundido entre muchos de quienes vieron esta parte del debate. No se habló, por ejemplo, de los peligros que amenazan a la Dorsal de Nasca, el área protegida submarina que está por crearse; o de la contaminación de las ciudades.

¿se va a proteger la biodiversidad marina? Foto: significado.com

Tampoco del Acuerdo de Escazú, ese instrumento legal que haría más funcionales las políticas ambientales. ¿Promoverán su aprobación? ¿Y qué hay de nuestra estrategia contra el cambio climático? ¿Cuánto vamos a contribuir para cumplir el Acuerdo de París. ¿Y el valor de nuestra dispendiosa biodiversidad, que ya incluso se puede estimarse económicamente?. Ausentes también el problema de la depredación pesquera y el dramático derretimiento de los glaciares.

No se ve cuánto afecta al deterioro ambiental la pobreza y la conexión que tiene con la alimentación. O el riesgo de que el valle de Lurín, el último valle con importantes áreas verdes de Lima sea re-zonificado y termine descuartizado y con más cemento encima. Casi ni se mencionó a los pueblos indígenas, que viven en las zonas ambientalmente menos impactadas. Y a quienes les cuesta cada vez más conseguir peces, animales, o frutos del bosque por la depredación.

Claro, se aludió a los conflictos socio-ambientales, un tema también inevitable, pero ¿cuál es el link entre prevenirlos y una economía distinta que no sea meramente extractiva? ¿Cómo podemos esperar que eso se neutralice si seguimos con el discurso de que los pueblos indígenas, o los campesinos, “no entienden el desarrollo”? Cuántos vacíos, cuánta falta de visión, cuán pobres ideas sobre esta cuestión central para el país y literalmente para todo el planeta.

Si además cruzamos este tema, maltratado en el debate, con los otros temas tratados veremos la escasa importancia que le damos a la crisis ambiental. ¿No ven acaso los candidatos, o sus representantes, el clamoroso vínculo entre la crisis sanitaria y el deterioro ambiental? ¿No saben que Belén, el mercado donde se venden animales silvestres en Iquitos, puede ser el foco de una nueva epidemia o incluso una pandemia, justamente debido al tráfico de especies?

la deforesttación es una amenaza ausente en el debate. foto: correo 

Los virus saltan de otros animales al hombre, en su mayoría son casos de zoonosis, como ha ocurrido con el VIH o el SARS-CoV2, el que causa la covid-19. Mas no: eso no está en el radar de los candidatos ni de sus ‘especialistas’. Tampoco que la recuperación económica no será posible si se siguen usando a mansalva los recursos naturales. El ‘modelo’, tan cuestión ahora, tiene una entraña anti-ecológica evidente, pero en esa parte del debate claro que no se mencionó.

El único asomo, más o menos interesante, del tema ocurrió cuando Andrés Alencastre de PL habló de ‘enfoque territorial’ para los procesos de producción. Un rastro que nadie siguió y que hasta motivo burlas por parte de algunas personas. Porque es obvio: nuestro imaginario, nuestros planes, nuestras mentes, no tienen el chip ambiental. Lo sitúan afuera. No entienden que destrozar la selva no afecta únicamente a los guacamayos, sino también a las fuentes hídricas.

No existe, o no ha nacido, el presidente ambientalista. Probablemente ni siquiera el alcalde que en realidad lo sea. No hay un partido verde fuerte, o serio, en el Perú. Pero no hay necesidad de que lo haya para que nos tomemos en serio la variable ambiental, de la cual depende literalmente nuestra supervivencia. Por lo visto anoche, los próximos cinco años se presentan sombríos para la gestión ambiental. Quizás por eso al día siguiente los cielos de Lima tronaron de cólera.


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Kaleidospropio

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