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foto: agencia efe

El defecto Trump

Publicado: 2016-03-02

¿Es coherente que el “país más poderoso del mundo” sea gobernado por un personaje histriónico, xenófobo, desatado y hasta malcriado? ¿Puede llegar a la Casa Blanca alguien que tiene como aliados, velados pero presentes, a núcleos del vigente Ku Klux Klan?

¿Es inevitable su ascenso, a pesar de sus insultos, sus ataques desaforados y sus ideas tremebundas? ¿Ocurrirá, finalmente, una deportación masiva de indocumentados y un cierrapuertas a los musulmanes en EEUU

Hasta el pasado primero de marzo, todo lo anterior podía decirse en tono de pregunta, o de humor negro, pero luego de los resultados del ‘supermartes’ (vivido y sufrido en esa fecha), la posibilidad de que Donald Trump se perfile como el “elegido” del legendario partido de Abraham Lincoln se ha vuelto real, casi amenazante. Tan es así que algunos líderes republicanos examinan ahora cómo expectorar de la carrera a este outsider casi inesperado.

Ni Ted Cruz, ni Marco Rubio, los otros precandidatos que siguen carrera -tan conservadores como Trump solo que menos escandalosos y más orgánicos a su núcleo político- parecen ser capaces de detenerlo, aun cuando todavía faltan varios capítulos en la extenuante carrera de las primarias norteamericanas. El magnate deslenguado tiene 316 delegados, de 1,237 que debe conseguir, pero la sensación que cunde es que ha agarrado viada y tiene fuelle para rato.

Por añadidura, es alguien que, más o menos como lo hace Bernie Sanders en el lado demócrata, está conectando con el votante despistado, con el que no iba a las urnas. Atrae al que cree que “America volverá a ser grande” llevada de su mano, a punta de un discurso y una práctica que, curiosamente, son ‘antisistema’ en un sentido: no es que Trump vaya a promover una ‘revolución’; lo que pretende, más bien, es vender la vuelta al pasado como una ilusión.

Regresar a la grandeza, en su imaginario, significa no dejarse pisar por China, no dejar entrar musulmanes, botar indocumentados, zurrarse en el cambio climático (es mentira, pues). Es decir, barrer todas esas cosas que, para él y para los norteamericanos más rudamente conservadores, han hecho que su país no sea la potencia de antes y el territorio donde todo es posible, inclusive postular a la presidencia en base a discursos egocéntricos y propuestas alucinadas.

El mismo Trump, sabedor de que sus posibilidades se han vuelto más reales, está comenzando a moderarse (“soy un unificador”, ha dicho, además de resaltar que tiene amigos musulmanes y mexicanos). Pero, en el fondo, lo que parece estar ocurriendo es que del subsuelo social y cultural ha emergido una fuerza que siente que ha encontrado en él, un vendedor exitoso de bienes inmobiliarios, la posibilidad de tener voz ante lo que se denomina el ‘establishment’.

Con toda la discusión que puede generar, el término se refiere al grupo de poder que corta el pastel político en EEUU, tanto en el campo demócrata como en el republicano, al cual se suman empresarios y otros líderes que pesan y deciden. Los de siempre, en suma, frente a los cuales Trump enarbola la incorrección, el verbo flamígero y la inconsistencia de propuestas. Es como si, en la lucha por una nueva forma política, se ha optado por un engendro impredecible.

Podría ser una curiosidad, interesante para la sociología, aunque cuando se calibra las consecuencias que ello podría tener las perspectivas ya resultan preocupantes. Aun si, como es un clásico en el planeta, el candidato estrella no cumple con sus promesas delirantes, solamente tenerlo al frente puede deteriorar la imagen de su país. Algo así como lo que le hizo Silvio Berlusconi a Italia, con quien ha sido comparado por la periodista de El País Andrea Rizzi.

El problema también estribaría en las alianzas que podría tender si acaso llegara al poder. David Duke, un ex miembro del Ku Klux Klan, y todavía devoto de la corriente supremacista blanca, le ha declarado su apoyo. “Estratégico”, según él, pero decidor sobre qué grupúsculos está activando la candidatura de Trump. En un eventual gobierno, personajes de este calado lo rondarían y, de pronto, nos encontraríamos con funcionarios de ideas y prácticas dislocadas.

Es lo que le ha ocurrido a Benjamín Netanyahu en Israel, un derechista duro pero clásico, que terminó aceptando en su gobierno a personajes como Avigdor Lieberman, cuya opinión sobre los palestinos es brutal. Desde Francia, un personaje tan impresentable como Jean Marie Le Pen, a quien su propia hija expulsó del Frente Nacional, ha expresado sus simpatías por el archimillonario. Digamos que a punta de discursos ha atraído muchos accionistas políticos.

Por todo esto, los republicanos más sensatos, como el excandidato presidencial John McCainn, están tratando de frenarlo, en la conciencia de que podría traerse abajo al propio partido. Y más aún: tal vez en la convicción de que puesto frente a Hillary Clinton, la muy probable candidata demócrata, perdería como un principiante. Por convicciones tradicionales y por cálculo político, los jerarcas del partido de George W. Bush ya están viendo el modo de parar el desastre.

Hasta se especula que algunos republicanos votarían por Clinton viéndola como un mal menor, si al fin Trump alcanzara la candidatura, y si no logran bloquearlo en la Convención Republicana. Más allá de estas histerias, sin embargo, habría que preguntarse por qué EEUU produce un candidato de este tipo. Como comentamos antes en este espacio, tal vez sea el último grito en busca de una América principalmente ‘blanca’ que está dejando de existir, que ya fue.

Todavía falta mucho pan que rebanar y votos que contar, en varios estados, pero el ‘defecto Trump’ sacude al gran país, que también tiene al ‘socialista’ Bernie Sanders en carrera. Este último ha perdido impulso en el ‘supermartes’. Pero entre él y el magnate se configura un arco político que hace que estas elecciones presidenciales norteamericanas sean de infarto político. No aptas para quienes creen que al norte del río Grande todo iba a seguir como siempre.


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Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

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